jueves, 20 de junio de 2013

¿Seguro que los Hombres vienen de Marte?

Luego de convivir durante una semana con un virus radioactivo, alienígena y hasta sutilmente acomodado, adherido a un sin número de afanes laborales, puedo continuar con mis tareas y delirios de este Blog. Pero creo que hoy simplemente me iré al carajo y hablare a calzón quitao’ sobre los HOMBRES (por lo que veo el virus me afecto el cerebro y aun ando dopada por el Noxpirin).

Empezare tocando el lado lloretas, quejetas panderetas que suele convencerme que aunque ellos vengan de Marte y nosotras de Venus, de vez en cuando a ellos les gusta pegarse la rodadita y untarse de los sentimentalismos venusinos. Los papeles se invierten y nosotras dejamos de ser la “delicada rosa”, “la loca hipersensible”, “la drama queen” para pasar a ser ELLOS unos verdaderos doctores Jekill que mutan en una sobredosis hormonal de shows, pucheros y dignidades orgullosas.

Aquí es cuando se empieza a denominar esta anomalía masculina con el nombre común de la Real Academia de la Lengua Española: El Princeso. Te llaman al celular, a cualquier hora del día esperando a confirmar que son lo más importante en tu vida y eres capaz de suspender todo para responderle a sus llamados de auxilio de damisela en peligro desde una torre alta en medio del bosque. Cuando tu devuelves la llamada, simplemente ellos entran en su dignidad impenetrable y sus histéricos pucheros (aquí vienen las típicas preguntas: “¿porque no contestabas? ¿Que era más importante que yo para no contestar?” “Ya no tienes tiempo para mi”) Tu le explicas pacientemente y con dulzura para que al Princesito no se le caiga la corona del soponcio que sufre mientras escucha lo que para él son excusas. Ni con mensajitos, ni corazones, ni besitos se les pasa el berrinche y el drama sale a flor de piel de forma espontánea y casi natural.

El Quejetas suele no solamente armar show con temas como porque sales con tus amigos pero no con él, “tienes tiempo para los demás, pero para mí nunca”, sino también hasta en los momentos en que comparten juntos, y preciso anda enfermo, flaco, ojeroso y sin ilusiones porque ya cree que lo desahuciaron y esta en su lecho de muerte por una enfermedad incurable: Gripa, o en otras ocasiones tu mirada decide enfocarse en algún sutil granito de la espalda o de la cara, el cual te hace cocos y fieros para que lo liberes de su prisión cutánea, es aquí donde el Princeso empezara a prepararse para ganarse el Oscar a mejor actor de reparto y hará reclamo como si estuviera en paro de sindicatos de trabajadores en la Plaza de Bolivar, y será de lo más hipersensible, le saldrá hasta una lagrima y un “Ayyyyy no me molestes más, me duele mucho, me va a salir un grano mutante del pellizco que me hiciste”, y ni hablar de que le jales un simple bellito de la pierna, el apocalipsis se produce en tan solo un segundo y tu quedas como el mismísimo diablo cachón, en pocas palabras, de lo perverso y tú.

Pero a veces este mar de hormonas confundidas se calma y se transforma en sapo bufo, berrugoso, sin reino y sin corona, un mamerto de lo más primitivo y peludo, que se pega sus eructos en la mesa, que te bota el escupitajo en plena calle, que te cuenta sus porquerías sexuales como si fueras el más parcero de los parceros y antes hasta te hace la obra de teatro con títeres, plastilina y maromas para que sea mucho más lúdica y entretenida a tus delicados ojos. Pero hay una cosa que me puede desagradar más que el titiritero porno o el ogro con alteraciones patológicas, y es la cogedera o rascadera del mercado todo el tiempo. De esto he llegado hasta pensar y querer preguntar “¿Acaso tiene las pelotas tan grandes que la gravedad las jala y se las tiene que acomodar todo el tiempo para que no se les desjeten en el pantalón?’” (Sé que sonó de lo más ordinario, pero hay que manejar el mismo disléxico involuntario de uno que otro personaje en estudio)

Este exceso de masculinidad y guachada, no solo se refleja en sus problemas gastrosalivopelotudas sino en sus comportamientos de patán y mero macho que algunos suelen ejercer en las relaciones de pareja. El chico malo que nos hace sufrir, por el que lloramos cada noche, comemos  potes enteros de helado y hasta nos ahorran la plata del gimnasio porque nos ayudan a bajar unos kilitos con las tusas corta venas (Esto es tema fijo para sacar los trapitos al sol de féminas alborotadoras y peje lagartos por igual, escuchando alguna canción cantinera, pero ya será en otro post).

Pero bueno, a la final aunque los hombres se vean supremamente graciosos haciendo shows de mujer (sé que más de uno tendrá cara de vergüenza en estos momentos y les entrara el cargo de conciencia en 5..4..3..2..1..Plop!), o sean de lo más orangutanes rascándose el trasero en cualquier arbolito, los queremos y nos hacen vivir emociones intensas, carruseles del corazón, montañas rusas de emociones y es que bueno, a veces pedalear por una carretera recta, aburre... Next!

Así que recuerden, cualquier cosa que digas o hagas será usado en tu contra sobre todo cuando andas de mamerto, si tú, chico volátil con cambios de luna menguante. Pero ante todo, hombres y mujeres, si se van a enamorar no empeñen su corazón por 5 centavos, háganlo con una persona que despierte sus más bellas cualidades, sus más sinceros sentimientos, sus más bajos instintos, y que les haga subir la bilirrubina a la cabeza cuando se miren a los ojos, aunque bueno, de forma más chupistica, a cada marrano le llega su noche buena! 




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